Años mas tarde, tras otro periodo de creación de música mas melódica, llegó otra etapa de experimentación, esta vez intenté que mi compañero de andanzas musicales de ese momento se apuntara al carro y con él creé algunos buenos pasajes, pero solo algunos, la mayoría de ese material, quedó en anécdota, además, otros intereses rompían lo que creativamente podía haber dado mas de si.
Curiosamente, después de mi tercera etapa de música melódica por exelencia, tras Nocturnatta y la banda sonora de El Monstruo del Sebadal, entre otras, llegaba a un momento de introspección musical, me propuse hacer un concierto homenaje a una de mis películas favoritas, Arrebato, con el que cerrar una etapa importante para mi, y así lo hice, a lo grande, en mi queridísimo El Generador, lugar donde los sueños se hacen realidad y, tras este concierto, mi pensamiento era hacer una larga pausa, necesitaba tiempo para buscar un nuevo camino creativo, algo nuevo, oxigeno para mi creatividad.
Por aquella época, un buen amigo, una de esas personas de las que solo te encuentras una o dos en la vida, y eso, si tienes mucha suerte, estaba echándome una mano en las tareas logísticas y mas adelante incluso en las técnicas, hablo de Javier Tapia.
Fue él quien un dia me propuso una quedada en mi casa para ver los sintes y, si cuadraba, improvisar algo y asi echar la tarde, hacer algo divertido.
Esa tarde fue el principio de Gree-Do, la combinación perfecta de improvisación, experimentación musical y desarrollo melódico con el que yo había estado soñando desde esos primeros años de búsqueda de un nuevo sonido.
Foto de Mariela Baez